La Biblioteca

El Ángel Maldito

Alzo las cejas realmente sorprendido al ver a Cris con unas gafas de sol en el interior del internado, donde no hacen falta para nada. Me encojo de hombros, sin comentar nada acerca de ese pequeño detalle antes de saludarlas a las dos con un gesto de cabeza. Avanzo dubitativo hasta una de las estanterías donde empiezo a buscar en los lomos de los libros el nombre de libro que busco.
- Donde estará... -murmuro mientras cambio de fila.

Finalmente encuentro el libro que estaba buscando. De la estantería cojo un gran libro de tapas negras y letras plateadas. Sujetándolo con los dos brazos lo llevo hasta uno de los sillones, donde me dejo caer.
- Aquí estás, maldito... -murmuro observando la tapa de libro pero sin llegar a abrirlo.

Con extrema lentitud abro el libro más o menos por la mitad.
- Voces en la oscuridad, diablos de la noche... -leo frases sueltas a medida que voy avanzando, las que más me interesan en ese momento.

Aunque nunca me ha gustado mucho leer, ahora no soy capaz de despegar la vista del libro ni por un segundo. Sigo leyendo la letra cursiva del libro, con interés, buscando respuestas a mis preguntas.
- El diablo es capaz de meterse en las mentes de los humanos para poder manipularlos con facilidad... -estoy tan concentrado que no me doy cuenta de que lo estoy leyendo en voz alta- entonces... la voz que escuché en mi mente no era la de Dios, era la del propio Diablo... -ahora todo parece encajar mejor- pero... ¿Cómo pudo dejarme Dios en las manos del mal? -me revuelvo el pelo, nervioso. Alzo la vista para mirar a Cris- creo que de eso aquí no hay nada...

Con rabia cierro el libro y le dejo caer al suelo, metiendo un ruido un tanto desagradable en mitad del silencio y dejando ver las letras platadas que dan título al libro: ''Las voces del Diablo''. Cierro los ojos con fuerza. ¿De verdad me había dejado en manos del diablo? ¿A mí? ¿Qué soy el cristiano más puro que hay aquí? Un montón de preguntas golpean mi mente, todas sin respuesta, y seguramente ningún libro pueda responderlas. Abro los ojos lentemente para clavarlos en Cris.
- Ya no busco nada, he encontrado la respuesta a una de las mil preguntas que me rondan por la cabeza, y dudo mucho que pueda encontrar ninguna más... -digo a modo de respuesta- ahora ya sé que el que se metió en mi cabeza mientras estabamos en el laberinto fué el propio diablo.

Asiento con la cabeza lentamente a modo de respuesta.
- Debió de ser él, él intentó ponerme en contra del aquel chico y de Nessa... -me pongo de pie y me paro frente al libro que acabo de tirar- y lo consiguió, ahora el pecador soy yo... -bajo la mirada apenada hacia el libro, sintiendome fatal por haberme dejado llevar esa noche.